domingo, 15 de abril de 2012

S.O.S

-¡Cariño, ya está la cena! Dijo mi mujer un día cualquiera antes de que ocurriese lo menos inesperado que pudiese ocurrir en un momento tan cotidiano como el de la hora de la cena.
Me llamo David, tengo 34 años, licenciado en Medicina, estudié en una facultad de medicina, obviamente, ubicada en Salamanca, cuyo nombre es irrelevante ahora, al igual que todo lo dicho en este párrafo, porque nunca llegaréis a conocerme.
Era un día cualquiera, algo agetreado en el hospital, pero como siempre, tullidos, lisiados, muertes, operaciones... lo normal de un hospital, la sangre de un lado hacia otro, como un día normal en esta época, mi época.
Esto es un mensaje de aviso a mis antepasados desde el año 3247 después de la muerte de Cristo, más concretamente que de aviso, os estoy dando información sobre vuestra futura desaparición, la desaparición de todo habitante del planeta tierra.
Estamos a 28 de Febrero de 3427 Después de Cristo, año bisiesto.
Ofertas en varias tiendas de ropa, comida y demás, por ello, pero como todos los años bisiestos, no era nada raro, siempre, las empresas han estado jugando con las fechas e inventando más fechas para poder comernos el cerebro y sumirnos a cada momento un poco más en la ignorancia, de todo a gusto del consumidor, lo necesario para tenernos dormidos mientras ellos nos roban dinero y tiempo de vida, reitero, lo normal, vamos.
Pero, hace nada más que unos instantes, concretamente hace 7 minutos, algo falló, en el cielo, en algo...
O tal vez no.
Repentinamente, mientras yo cenaba con mi mujer y mi hijo de 3 años, un gran pedazo de algo de un color azul celeste y partes blanquecinas las cuales contenían un toque gris por ciertas partes cayó del cielo hacia abajo, directamente hacia un edificio de 149 plantas.
Era de un azul precioso, parecía el agua cristalina de las profundidades de las aguas de Hawái y el blanco con entonaciones grises brillaba en ciertas partes como si fuese una lámpara, parecía el cielo, y pensé que se cayó el cielo.
No pensé mal.
No daba crédito a lo que veía.
Todo comenzó a destrozarse, el cielo estaba cayendo sobre nosotros, aterrorizado, me escondí en el sótano de mi edificio, donde guardan los vehículos de la época, que ahora no sólo van por el suelo, si no también por el agua, y cumplen función como barcos desde 2321, fecha cercana a el estallido de la 4º guerra mundial.
No hay posibilidades de supervivencia, por esto os mando este mensaje desde aquí ahora, como aviso de que vayáis preparando a las nuevas generaciones para que, de alguna manera, puedan luchar contra el fin de la especie humana, animal y vegetal, y cualquier tipo de especie que también esté en peligro que tenga vida ahora mismo.
Sois la salvación de todo.
Hay gigantes, todo está en un estado ígneo latente y, donde debería estar el cielo, con el sol artificial que tuvimos que hacer cuando el otro se apagó en 2841 sólo se podía contemplar piedra, una piedra que se movía y golpeaba el planeta y a sus habitantes con una fuerza increíble. Nuestra hora llega.
Como ya dije, sólo se veía piedra, creo que se trataba de un gigante más, parecía el padre de los gigantes anteriores, yo estaba petrificado, del miedo, estaba paralizado, sin poder moverme ni hablar, y casi ni poder pensar, pero por suerte, mi mujer me dio una bofetada y me llevó hasta aquí.
Os estoy pidiendo ayuda, porque, si el pasado es modificado, el futuro también se perjudica, por lo que está prohibido usar las máquinas del tiempo para viajar a cualquier momento del pasado o del futuro, ya que, podría tener unas consecuencias muy graves, pero por suerte, robé en su tiempo, nada más que salió al mercado una y jamás admití que la tenía, y ahora le estoy dando buen uso, el único que puedo darle.
Socorro, necesito vuestra ayuda, sois mi única y última esperanza, antepasados, hacedlo por vuestros nietos.
Saludos.